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En el Petronio, 1.000 personas trabajan de sol a sol

petronio agosto 13, 2016 0 comments

Dentro del vigésimo Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, existe un grupo especial. Un grupo que todo el mundo ve, pero que pasa desapercibido. Un grupo al que todo el mundo jode, pero nadie entiende. Un grupo al que muchos solo buscan para pedirles un favor y ni siquiera las gracias les dan.

Es el grupo donde están los organizadores del evento, los encargados del aseo, el montaje, los técnicos de las instalaciones, los supervisores de alimentos y bebidas, los de los organismos de socorro y control y los que velan por la seguridad. Los que sacan basura, lidian borrachos, solucionan inconvenientes y se ganan los insultos. 

Es el grupo que se queda después de terminadas las presentaciones y cerradas las plazoletas de comidas y bebidas, normalmente entre las 12 de la noche y la 1:00 de la madrugada. Algunos siguen trabajando derecho hasta las 4:00 de la mañana. Y todo para que los expositores, músicos, propietarios de puestos y espectadores lleguen desde las 8:00 de la mañana y encuentren un lugar funcionando, pulcro, limpio, aseado y digno de visitar.

A sus 74 años, Wilson Obregón trabaja incansablemente. Él fue carretillero y gracias al programa de sustitución de vehículos de tracción animal por camionetas que hizo la Alcaldía de Cali, se encarga de recolectar basuras de 6:00 de la mañana a 6:00 de la tarde. A esa hora José, su compañero –también ex carretillero- le recibe y llevan la basura a las cinco cajas dispuestas por la empresa de aseo Ciudad Limpia. Con el alquiler de sus camionetas, Wilson sostiene a ocho miembros de su familia. Y José a seis.

Es un engranaje perfecto: 15 personas de Cleaner Max cargan en carretas y llevan a las dos camionetas; las camionetas las llevan hasta las cinco cajas de Ciudad Limpia;  ocho personas del Plan de Gestión de Residuos Sólidos (Pgirs) seleccionan y reciclan. Bajo la supervisión de ingenieros de las Empresas Municipales de Cali, Emcali, se evacúan las seis trampas de grasas y se oxigenan los pozos sépticos 

Según el coordinador Felipe Sánchez, en la Ciudadela Alberto Galindo diariamente se quedan 100 personas haciendo retoques de montaje, corrigiendo filtros, revisando circuitos y arreglando fallas. El personal de recolección -continuó- saca en promedio 20 toneladas de basura al día, en cuatro recorridos.

Mientras que para Magaly Batidas, de Corfecali, lo más complicado del día a día es sostener el buen estado de las cocinas, evitar cortos y fugas de gas, procurar por el suministro de agua, regular la presión en los grifos, controlar los  desagües y estar pendiente del alcantarillado.

“El Petronio crece con cada versión. Adecuar este lote fue difícil porque no tenía redes de alcantarillado ni sumideros, había inconveniente con las aguas lluvias y se hizo necesario instalar una caja central para la captación de 450 metros cúbicos de agua al día”, sostiene Magaly.

Tanto Felipe como Magaly coinciden en que para ellos no es difícil mantener la Ciudadela en perfecto funcionamiento. Lo más tenaz, es soportar el temperamento de la gente y los mismos usuarios de la Ciudadela, pues todos quieren que las cosas se hagan al gusto de ellos y no entienden los problemas técnicos que hay alrededor de una decisión.

El público no colabora, ni entiende que -por ley- sus hijos menores de edad no pueden ingresar a la zona donde se vende y consume licor; ni que es un riesgo tenerlos en un espacio donde convergen de 35 a 50 mil personas diariamente. Y por cosas como esas, se ganan los insultos.

William López Arango

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